Fue el pionero. Fue el cerebro. Sus constantes viajes alrededor de España, debido a su oficio en el Tercio de la Guardia Civil, llenaron su cabeza de ideas. Fue capaz de visualizar que los juguetes extranjeros triunfaban entre la infancia y por eso se decidió a crear la primera muñeca española en 1870. Nada que ver con lo que después serían, ya que la ‘primogénita’ medía 10 centímetros y estaba hecha de barro. Para lograr una muñeca más consistente y que pudiera ser de mayor tamaño, su ingenio le lleva a fabricarlas con una pasta especial. Fécula de patata, harina, serrín y corteza de pino son los materiales que dieron en el clavo para poder moldear todo tipo de muñecas. Un autorretrato del pionero español duerme junto a sus muñecas en el museo.
Ramón Mira Vidal empezó a vender por mercadillos regionales y luego las fue expandiendo un poco más.
El prototipo de Mira Vidal tuvo muy buen recibimiento en Onil y quiso llevarlo a otros lugares, pero la delicadeza de los materiales dificultaba su transporte. Así, el muñequero adaptó la fórmula utilizando fécula de patata para poder incrementar su tamaño y reducir su fragilidad.
Cada vez prepara más muñecas y su empresa va creciendo hasta que a principios de 1900 le sustituyen al frente de la misma Eduardo Juan y Agustina Mora.
Al morir Ramón, ellos comienzan a fabricar cabezas y otras partes de las muñecas para otras empresas internacionales (Alemania y Francia)