La gestión del sector muñequero en Onil se debe a innovadores que idearon o adaptaron nuevas aportaciones en un ambiente artesanal previo. Este arraigo artesanal y la actividad familiar actuaron como requisitos para facilitar la asimilación de novedades. Por efecto de imitación se difundían entre los artesanos y los pequeños propietarios de tierras, para quienes la tecnología sencilla y la escasa exigencia de capital propiciaban la instalación de nuevos talleres y fábricas. En Onil fue un emigrante retornado y ex guardia civil, Ramón Mira Vidal, quien inició hacia 1870 la fabricación de muñecas de barro, consolidando una factoría que llegó a tener 50 trabajadores a finales del XIX. Continuó mejorando los tipos y en 1895 registró, acogiéndose a la reciente ley sobre patentes, un “barniz de muñecas”. Las primeras figuras se hacían de arcilla moldeadas en moldes; después eran cocidas, pintadas y finalmente vetidas; más tarde se introducirán otros materiales: yeso y cola o serraduras y cola. Con esto hacían una pasta que adquiría forma en unos moldes de bronce. Más tarde, Ramón Mira fue el primero que importó de Alemania cabezas de porcelana.
Mira trabajó más tarde asociado con el matrimonio Juan-Mora, tras su muerte en 1897 se encargaron del taller su mujer Petra García y sus hijos finalmente el matrimonio formado por Eduardo Juan y Agustina Mora crearían la que se considera primera fábrica de muñecas verdaderamente moderna creando la firma “Eduardo Juan y Cía”. Posteriormente el material básico sería unas mezcla de harina de algarrobas, maíz o avena y agua, junto con trocitos de papel, a la que se daría forma en moldes de bronce o hierro. Una vez secas, se unían los cuerpos, brazos y piernas con cordoncitos elásticos. Eduardo Juan Sempere había trabajado como dependiente con Isidro Juan, almacenista de juguetes de Murcia. En 1886 regresó a su Onil natal y aprovechando los conocimientos adquiridos ensayó diferentes moldes para fabricar muñecas y juguetes.
La técnica de la pasta de papel, sería la más avanzada hasta la llegada del cartón prensado, que le suministraba la empresa de Cocentaina “Hijos de Francisco Merín Pérez”, su aplicación era mas cómoda y podía utilizarse sin más preparación que el mojado de agua corriente. A esta nueva pasta se la bautizó popularmente como “Gatxa”. Durante las primeras décadas del siglo XX se crearon otras firmas, que se proveían muchas de ellas de materiales que les vendía la factoría de los Juan, como la de “Blanquer y Cía”, “Rico S.A.”, “Isidro Rico Miralles” o la mayor cliente en cajas de cartón, la empresa de Santiago Molina Sempere, entre otras.
En febrero de 1919, tras la jubilación de Eduardo Juan, vendieron la empresa a los “Hijos de Francisco Merín Perez”, que continuaron la producción de muñecas aportando nuevas maquinarias ideadas por José Merín Domínguez ingeniero de profesión. Después del 39 se siguió produciendo muñecas tradicionales de cartón, con nuevos tipos en los que se aplicarán nuevas técnicas. Pero fue la utilización del plástico la que permitirá muchas formas de variados colores previamente creados en moldes. En 1950 se instalaron en Onil las dos primeras máquinas para inyectar plásticos, las extrusiadoras, que calentaban el material hasta licuarlo e inyectarlo en moldes; el proceso continuaba engarzando las piezas. No obstante, la difusión de estas máquinas aún tardaría en producirse en España, a cuyo retraso contribuiría el hecho de que en la posguerra española era de importación distribuido por cuotas. Prueba de ello es el gran éxito de la muñeca Maricela, fabricada en Onil por Santiago Molina en 1952, hecha de cartón bañado por cola y blanco de España.
En el sector de la muñeca, la transformación de los tipos vendría con el plástico duro, hacia 1950, y continuaría hacia 1959 con el plástico blando. El polietileno dará a la muñeca un aspecto más realista, un tacto de carne humana. Las posteriores mejores insistirán en lograr un aspecto natural, realzado por la utilización del cloruro de polivinilo y el cosido de los cabellos, creándose mucha industria auxiliar alrededor del mundo de la muñeca, fábricas de ojos, fábricas de pelo, talleres de inyección de plásticos…
Durante esta década se fusionan la empresa de Isidro Rico con Merín dando resultado de “Rimer”. Años después Merín abandono la sociedad . La concentración de la producción muñequera en Onil dará un importante salto con la fusión de las empresas, entre 1957.1960, agrupándose la mayor parte en FAMOSA (Fábricas Agrupadas de Muñecas de Onil, S.A.) entre otras muchas la empresa Rimer, llegando así la llama de la antorcha que un día encendió Ramón Mira hasta la popular Famosa. En el año 2002 los accionistas de Famosa venden la empresa a capitales de riesgo, pasando la mayor parte del capital a manos foráneas.
Actualmente en Onil, descendientes de los primeros artesanos siguen fabricando muñecas, con la ilusión de que el ingenio de Ramón Mira nunca desaparezca y repartiendo ilusiones por todo el mundo.
Muñecas de Onil, garantía de felicidad.